Sobrevivir a la ansiedad

Todo el mundo se pone nervioso de vez en cuando. Es normal estar nervioso ante situaciones nuevas o estresantes como un embarazo o un nuevo trabajo por ejemplo. Sin embargo para algunas personas ese nerviosismo o ansiedad se vuelve recurrente e intenso convirtiéndose en un problema que comienza a controlar sus vidas. Entonces ¿cómo puedes saber si la ansiedad pasa de ser algo normal y se ha convertido un trastorno? La ansiedad tiene muchas caras y por su variedad de síntomas puede ocultarse bajo la apariencia de  otra enfermedad, por lo que es importante descartar otras patologías y diagnosticarla correctamente. Además puede presentarse con ataques de pánico, como fobias específicas o junto a cuadros de depresión por lo que su diagnóstico no siempre es sencillo.

¿Qué es la ansiedad?

La Ansiedad es en realidad un mecanismo evolutivo de defensa de nuestro cuerpo que como otros impulsos, como el hambre, el dolor o la necesidad de dormir es necesaria para nuestra supervivencia. Un cierto nivel de ansiedad cumple su función para afrontar nuevos retos o dificultades y nos ayuda a reaccionar ante situaciones potencialmente peligrosas. Pero cuando ese peligro no es real y se produce una activación desproporcionada y duradera en el tiempo, la ansiedad ya no tiene ese valor adaptativo convirtiéndose en un problema en la vida del que la padece. Es entonces cuando se considera un trastorno por ansiedad. Esta sensación de temor irracional dificulta el día a día y supone para quien la padece una traba familiar, social y laboral.

En trastorno por ansiedad generalizada se caracteriza por una preocupación y ansiedad excesivas, persistentes y difíciles de controlar sobre una o varias áreas de la vida personal como  la familia, el dinero, el trabajo, los estudios, el manejo de la casa  y la salud. Es una cadena de pensamientos negativos y relativamente incontrolables hacia un peligro futuro que parecen incontrolables. Este estado de preocupación constante se traduce en inquietud o impaciencia constante, sensación de fatiga y cansancio, dificultad para concentrarse o mantener la mente en blanco, irritabilidadtensión muscular y alteraciones en el sueño (insomnio o sueño no reparador).  La ansiedad y los síntomas físicos provocan malestar físico significativo y a la larga un deterioro significativo en la vida social o laboral o de otras áreas de la vida cotidiana. 

¿Cuáles son los síntomas?

Los síntomas del trastorno por ansiedad se engloban en 3 grupos. Los cognitivos que tienen que ver con alteraciones del pensamiento, que tiene que ver con pensamientos negativos repetitivos e incesantes, los fisiológicos que son síntomas físicos provocados por los pensamientos y emociones negativas y los conductuales que son cambios en las conductas habituales como resultado de los anteriores.

Cambios Cognitivos: Son síntomas que alteran nuestra forma de pensar caracterizados por una preocupación excesiva. 

–  Aumentan las emociones negativas sobre uno mismo o sobre los demás. Se produce sensación de  intranquilidad e inquietud en todo momento sin motivos. Estos pensamientos negativos “se rumian” constantemente tanto consciente como inconscientemente.

 
–  Sensación de temor indefinido e infundado, sensación de inseguridad y temor a que los demás se den cuenta del estado ansioso.

–  Expectativas catastrofistas (temor a morir, a volverse loco o perder el control de una situación) hacia el futuro. 

–  Sensación de despersonalización (sentir tu propio cuerpo como extraño) o desrealización (extrañeza ante el mundo exterior, percibir las cosas cotidianas como extrañas, irreales o desconocidas). 

–  El estado de alerta permanente del cerebro dificulta la concentración que afecta muchas veces al rendimiento intelectual, o produce bloqueos mentales dificultando la toma de decisiones.

Cambios fisiológicos: Son síntomas a nivel físico o somático, como consecuencia de la estimulación del sistema nervioso vegetativo. Suelen darse síntomas como:

– Taquicardia, palpitaciones y sensación de opresión en el pecho.
– Sequedad de boca, dificultad para tragar, sudoración (sudores fríos).
– Dificultad para respirar o hiperventilación.
– Molestias estomacales (sensación de nudo en la boca del estómago), náuseas, vómitos, diarrea).
– Estremecimiento, temblores, dolor de cabeza.
– Tensión muscular general, bruxismo, apretar de la mandíbula, puños apretados.
– Sensación de inestabilidad, mareos o necesidad de orinar a menudo. 

Todas estas sensaciones están motivadas por un estado de hipervigilancia que actúa sobre el sistema nervioso central y periférico e incluso en el endocrino. Otros síntomas asociados como: dificultades para conciliar el sueño, sueño poco reparador, pesadillas o sueños angustiosos que repercuten negativamente en el estado de ánimo, exceso de apetito (hiperfagia, bulimia) pérdida de apetito (anorexia) y disfunción o escasa satisfacción sexual.

Cambios conductuales: Son las modificaciones que se producen en nuestra manera de actuar y que pueden ser apreciados por los demás. Son síntomas tales como:

–  Inquietud, desasosiego, hipermovilidad, movimientos repetitivos (apretarse las manos, tocarse el pelo, morderse las uñas).

–  Inactividad, dificultad para el contacto, apatía generalizada, desinterés por el entorno, bloqueo del habla o el movimiento repercutiendo en la autoimagen y generando más inseguridad. Estos aspectos producen en consecuencia problemas de comunicación y de expresión de los sentimientos y la creencia de no ser comprendido por los demás. En otro extremo se puede producir una búsqueda continuada de comprensión de los demás que provoca una dependencia para compensar sus deficiencias.

–  Evitación de situaciones concretas que causan temor, (como asistir a fiestas, comer en sitios públicos, etc…)

Estos síntomas no suelen producirse de manera aislada, se suele dar una combinación de varios de estos síntomas cuando hablamos de un trastorno por ansiedad. Los síntomas cognitivos derivan en síntomas fisiológicos y  a su vez se pueden observar síntomas conductuales. Además de los síntomas ya citados, el trastorno de ansiedad generalizada puede ir acompañada de ataques de pánico.

¿Qué es un ataque de pánico?

Una crisis de angustia o ataque de pánico se define como la aparición brusca y súbita de intenso miedo acompañado de síntomas fisiológicos. Su aparición es aislada y temporal produciendo un malestar o miedo intenso y un impulso de escapar, en ausencia de un peligro real. Su duración es variable alcanzando su máxima expresión en los primeros 10 minutos y en la que se dan al menos 4 de los siguientes síntomas:

  1. Palpitaciones, sacudidas en el corazón o elevación de la frecuencia cardiaca
  2. Sudoración
  3. Temblores o sacudidas
  4. Sensación de ahogo o falta de aliento
  5. Sensación de atragantarse
  6. Opresión o malestar en el pecho
  7. Náuseas o molestias abdominales
  8. Inestabilidad, mareo o desmayo
  9. Desrealización o despersonalización
  10. Miedo a perder el control, a volverse loco o a hacer el ridículo
  11. Miedo a morir
  12. Parestesias (sensación de entumecimiento u hormigueo en algunas partes del cuerpo)
  13. Escalofríos o sofocaciones

La gravedad de la crisis depende de la variedad de los síntomas que experimentemos, no de su intensidad. Para considerar un trastorno de pánico se debe haber dado en varias ocasiones o haberse producido un mes de ansiedad anticipatoria, es decir un miedo persistente a que se repita la crisis. 

La ansiedad de la crisis de angustia se diferencia de la ansiedad generalizada por su naturaleza intermitente y su gran intensidad. Los ataques de pánico pueden estar encuadrados dentro de otros trastornos más específicos como la Agorafobia, las fobias específicas, la fobia social, trastorno obsesivo compulsivo o trastorno de estrés postraumático.

Tratamientos para la ansiedad

El principal procedimiento para tratar la ansiedad es un correcto diagnóstico. Más de la mitad de las personas que sufren ansiedad o depresión no piden ayuda especializada o ignoran que la padecen, y otra gran parte no son diagnosticados correctamente al enmascararse estos trastornos como algún tipo de patología orgánica o psicosomática. Una vez descartadas otras enfermedades, el trastorno por ansiedad puede presentarse además junto a otros trastornos como fobias específicas o depresión.

Partiendo de un correcto diagnóstico el tratamiento habitual consiste en una combinación de tratamiento psicológico y tratamiento farmacológico. Habitualmente se utiliza la terapia cognitivo-conductual que ayuda a modificar las conductas y ayudar al paciente a conseguir las herramientas y técnicas necesarias para ganar control sobre sus síntomas. La terapia psicofarmacológica normalmente se basa en ansiolíticos y en algunos casos, junto con antidepresivos.

Existen otras terapias complementarias como la acupuntura o la hipnosis clínica que ayudan a superar los trastornos ansiosos en combinación con los anteriores. También ofrecen una gran alternativa en los casos en los que no se pueda usar la medicación como por ejemplo en mujeres embarazadas, pacientes con intolerancia a los medicamentos o en niños.

Tratamientos complementarios o alternativos

Acupuntura

En la medicina china no se establece la distinción occidental entre desórdenes físicos y desórdenes mentales. Se basa en una concepción global del organismo que busca el  equilibrio entre cuerpo y mente que determina nuestra calidad de vida. La ansiedad se considera un problema  ligado a ciertos órganos del cuerpo como el bazo, los riñones o el corazón. Son esos problemas en los diferentes órganos internos lo que provocan los síntomas de ansiedad. Mediante la acupuntura se trata de restablecer el flujo de energía del cuerpo para lograr su armonía.

Los beneficios de la acupuntura son:

– Resultados inmediatos (Generalmente, después de una sesión de acupuntura ya empezamos a sentirnos más relajados y con mejor ánimo)
– No tiene efectos secundarios
– Disminuye la frecuencia de los ataques de ansiedad.
– Ayuda a reducir los síntomas de otros problemas físicos y mentales.

Junto al tratamiento de acupuntura para tratar la ansiedad se recomienda también hacer algunos cambios en el estilo de vida, como hacer ejercicio de forma regular, dieta sana, practicar técnicas de relajación  y de respiración o  eliminar las sustancias estimulantes de la dieta.

Hipnosis clínica

La hipnosis clínica trabaja en el inconsciente para modificar determinados pensamientos y comportamientos, por lo que resulta  muy eficaz para tratar trastornos de ansiedad.  Mediante esta técnica se trata el origen de la ansiedad eliminando los pensamientos automáticos negativos y ayudando a crear recursos para que el paciente se pueda librar de la ansiedad. Mediante la sugestión se resuelven cuestiones emocionales entendiendo su causa y encontrando las soluciones.

El tratamiento de hipnosis para la ansiedad consta de varias sesiones pero sus efectos positivos se notan desde la primera sesión.  Se utiliza la relajación guiada y una intensa concentración para abordar esos pensamientos y emociones negativas que determinan nuestra conducta. Conviene saber que la hipnosis no tiene nada que ver con manipular la voluntad  o la capacidad de decisión del paciente. Los pacientes recuerdan y saben lo que están haciendo en todo momento. 

Tanto el tratamiento de acupuntura como el de hipnosis pueden complementarse entre sí y con el tratamiento psicológico y el farmacológico, produciendo efectos positivos visibles a corto plazo. Si quieres saber más de cómo estas terapias pueden ayudarte a superar la ansiedad, visita nuestra clínica Galileo Denia y te asesoraremos sobre la mejor terapia según tu caso en concreto.